Las propiedades curativas y regeneradoras del arroz (oryza sativa) para el cuidado de la piel están bien documentadas desde la antigüedad. Con una estructura química similar a la ceramida propia de la piel, favorece la producción de colágeno, lo que hace que la piel sea flexible, tersa y suaviza las líneas finas y las arrugas. También tiene propiedades hidratantes y exfoliantes, al tiempo que no obstruye los poros de la piel, por lo que ayuda en afecciones inflamatorias como el acné y la rosácea. Antiguamente se utilizaba tópicamente como cataplasma para ayudar a curar la piel lesionada e inflamada, pero hoy en día se utiliza principalmente en forma de polvo finamente molido. El polvo de arroz es un almidón alimentario de grado cosmético, lo que significa que es comestible y muy estable. Añadido a maquillajes y correctores, confiere al producto un acabado mate sedoso y estabilidad, además de sus propiedades curativas. En forma líquida, como agua de arroz, puede añadirse a limpiadores, cremas hidratantes y lociones por sus propiedades emolientes y exfoliantes.